Hubo un tiempo que en casa
se contaban sucesos que ocurrían en nuestro mismo entorno, es decir, en casa y
en nuestro tiempo. Somos una familia grande, mi madre tuvo bastantes
hijos, nueve para ser preciso, por tanto experiencias sobran.
Mi padre llegó a contar
varias historias, pero llegó a contar algunas que incluso las escuché venir de
otras personas, por eso me limito a contar lo que se encuentra más directamente
ligado a nuestra vida.
Mi hermano mayor nos contaba
que alguna vez se le apareció el diablo, y la explicación la daban mis padres,
es la siguiente: en una noche de brujas, “Halloween” a este hermano le
compraron una máscara del diablo de esas de plástico rojas y con cuernos,
supongo que para entonces las más chidas como las que hacen hoy en día no
existían, bueno, con todo y eso la máscara emulaba el rostro del diablo lo
suficientemente bien como para guardar esa imagen en el inconsciente de
cualquiera (ojo, estoy hablando de la imagen del diablo que se ha
comercializado siempre). Entonces, después de que pasó todo el relajo de los
dulces y que ya todos se encontraban dormidos, mi hermano tuvo que pararse a
hacer pis, dejando de lado la máscara que había estado sujetando en su pecho
mientras dormía, por la emoción supongo. Para llegar al baño tenía que salir
del cuarto, asomarse al patio y enseguidita, sin tener que caminar mucho estaba
la puerta para entrar al baño. No tengo idea de qué hora era, solo sé que ya
todos estaban dormidos, incluyendo a mis dos tíos más jóvenes, que tenían la
edad de mi hermano y ese día se habían quedado a dormir en casa. En ese
entonces yo aún no existía. Nunca se me ocurrió preguntar la edad que tenía mi
hermano, pero para andar pidiendo dulces en la calle creo que es fácil hacerse
una idea. En fin, después de haber vaciado la vejiga mi hermano entró al cuarto
moviendo la cortina que delimitaba la unión de los dos cuartitos, entonces
gritó y despertó a los que se encontraban ahí, mis tíos y no recuerdo si
alguien más, minutos más tarde mi madre se acercó a preguntar qué pasaba, fue
entonces que mi hermano respondió que había visto al diablo, pero qué otra
imagen pudo haber tenido en mente si no la de la máscara aquella que había
reposado en su pecho durante su sueño.
No sé si fue por esa
cuestión, pero, mis padres siempre nos dijeron que no durmiéramos con las manos
pegadas al pecho, y lo tengo bien claro ya que cada que tengo pesadillas mis
manos aparecen en ese lugar. Mi padre también decía que si conseguías entrar en
conciencia durante tu sueño existía la probabilidad de quedarse en ese espacio,
y cómo darse cuenta de ese estado de consciencia, fácil decía, solo mírate las
manos mientras sueñas.
Creer o no creer, he ahí la
cuestión, la sugestión. 03/07/2015
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